Hace apenas mes y medio que se cerró la estación de Burgos-Avenida y ya es pasto de continuos actos de vandalismo.
Pocas ventanas son las que se mantienen enteras, multitud de papeles están esparcidos por los suelos de los diversos locales de la estación y, los fines de semana, los túneles de acceso a los andenes son objeto de botellón. Y todo ello, a pesar, de que existe vigilancia, tal vez, no la suficiente.
¿A quién se le ocurrió la idea de apagar las luces de la estación? Es probable que la luz no ahuyente a quien se dedica a maltratar a un edificio histórico, que debe ser cuidado y preservado, pero probablemente ayudaría a reducir el problema.
Esperemos que el Adif, todavía dueño del edificio y sus anexos, y el Ayuntamiento de Burgos tomen cartas en el asunto y tomen alguna medida que pueda disuadir a los que no saben cuidar el patrimonio que el tiempo nos deja.
Enlace: Diario de Burgos
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